lunes, 16 de abril de 2007

Diario de un pirata

Mis quehaceres diarios, me han impedido hasta ahora dedicarle unas nuevas líneas a mi cuaderno de a bordo. Intentaré no ser extenso, ya que tengo poco tiempo y pocas ganas para escribir, pero como metido en ello estoy, no va a ser mí cuerpo el que impida a mi mente plasmar con mi pluma las andanzas de nuestro navío. Perdonar si mi lucidez expresiva no está a la altura de otros relatos previos.

Para comenzar, dedicaré mis dos primeras líneas a nuestro autor favorito, el señor Esprocenda.

"Que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer."

Esta semana se han vuelto a cumplir los objetivos con los que partimos hace ya dos semanas, y que nos permitirán navegar un poco más tranquilos en estas aguas de primera. Suelen decir que cuando el viento sopla a tu favor, cualquier contratiempo es mera anécdota, y si no fuera por los mapas que contradicen lo que pienso, yo diría que el mar por el que navegamos está cuesta abajo. Ni barcos mayores, ni la falta de compañeros que se encuentran fuera de combate impiden que nuestro barco zozobre. Es como si todo estuviese alineado de nuestra parte. Antiguas culturas se encomendaban a Dioses diversos para salvaguardar su ventura, y en nuestra tripulación para no ser menos, también tenemos nuestras particulares devociones; creencias no obstante, que por una cosa u otra se van diluyendo. Hay quien basa nuestros resultados a la presencia en combate de nuevos bribones, y los hay que prefieren un color de indumentaria determinado todas las semanas. Lo único cierto y demostrable en todo caso, es que semana tras semana se van derribando falsos mitos y creencias y seguimos aun con vientos favorables.

No sé si seremos tan buenos luchadores como venimos demostrando últimamente, pero al menos hemos dejado constancia que no éramos tan malos como al principio del equinoccio. Os preguntareis porque no comento nada de la última batalla; pues muy sencillo, porque no hay nada que comentar. La batalla fue tosca y aburrida. Hubo chances en la lucha que despertaron el interés en ciertas fases, pero si me tengo que quedar con algo, me quedo con el resultado. Victoria y a seguir navegando.

Y aquí lo dejo. A veces un silencio es mejor que mil palabras sin sentido, y hoy creo que es esto último lo que estoy haciendo. Pero antes de irme, dejarme deciros una última cosa. Hay quien asegura que si se presta mucha atención, podréis oír un murmullo que viene del mar, que dice: Ron, Ron otra botella de Ron.

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