Diario de un pirata

Latitud 43,3 Longitud -2.983 (exactamente Barakaldo)

"Navega, velero mío, sin temor, que ni enemigo navío, ni tormenta, ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor."

Con estos versos de Espronceda se podría resumir perfectamente lo ocurrido esta semana, aunque para ser más extenso y adornar el cuaderno de bitácora, pasaré a relatar lo acaecido.

No pintaban bien las cosas a principio de semana. Los vientos favorables de Iparralde, se habían tornado tempestad, y la lluvia incesante, unido a un mar impracticable, impidieron hasta por dos veces los preparativos para el combate en cubierta. A todo esto se unió una semana ajetreada de Sparrow, que dejó a un joven grumete, al mando de la nave en el único ensayo de combate que los jóvenes mercenarios pudieron realizar antes del gran duelo. No obstante, las ansias de victoria de los pupilos y una predisposición nunca antes vista, hicieron que todo saliera perfecto pese a todas las adversidades relatadas.

La tempestad se volvió calma entrado el fin de semana, y con el rumbo prefijado de antemano por Sparrow, nos dirigimos con vientos de cola al lugar previsto para el combate. Nuestro enemigo era el Galea, barco que sin llegar a ser una nao de aguas de preferente, últimamente se desenvolvía bien en aguas turbulentas, y de momento había logrado evitar aguas oscuras. A diferencia de semanas pasadas, el capitán Sparrow, había predispuesto que el combate tuviese lugar a distintas horas de las habituales. Aprovechando que la gran nave del lugar llamada Athletic, ese fin de semana se encontraba en puerto arreglando una importante vía de agua, se dispuso una fecha para el combate, que favoreció la presencia de público en las costas. Un contratiempo de última hora, hizo que el gobernador oficial de esta banda de malhechores tuviera que presenciar el combate desde primera fila de cubierta, y con bote de agua en mano, trato de curar como pudo a sus jóvenes asalariados. Así que, con todo planificado de antemano, nos dispusimos para el gran combate. No quiero ser extenso en lo ocurrido en el combate, puesto que Violines Remen, con su extensa crónica, lo ha descrito perfectamente. Tan solo diré, que fue un combate cruento, de poder a poder. Uno de nuestros jóvenes artilleros hizo diana por primera vez, inutilizando el puente de mando de nuestro enemigo. Cuando todo parecía visto para sentencia, un abordaje a la desesperada de nuestro enemigo, pillo desprevenido a nuestros baluartes defensivos, llevando el desconcierto por momentos. No obstante cuando todos daban por hecho una tregua final, donde no se declarase ganador, una maniobra de estrategia previamente estudiada y perfectamente ejecutada y definida, hicieron que finalmente el Galea, tuviese que ceder y darnos su mas preciado botín: los tres puntos. Llegado el final, los siempre bien llamados mercenarios, enarbolaron su bandera, y pusieron dirección a tierras próximas a las suyas, un lugar llamado San Vicente, en busca de más sangre con la que saciar sus ganas de triunfo.

Hay una leyenda que asegura, que el gran Sparrow armado de valor desafió hace tres semanas a sus pupilos, invitándoles a un convite con comida y bebida, si eran capaces de salir de las aguas oscuras hundiendo a barcos a priori, mejor dotados tanto ofensiva como defensivamente hablando. El hecho cierto, es que el Pauldarrak navega con sus bodegas llenas de los tesoros de estos galeones. Pobre Sparrow!!!, cuando selecciono a sus compañeros de viaje, no se dio cuenta que realmente llevaba a la peor banda de mercenarios del otro confín de la tierra. Pese a todo, se atisba un resquicio en sus duros corazones, ya que no hace mucho llegaron a tierras no tan favorecidas como las suyas, y de manera altruista desembarcaron parte de sus pertenencias para ayudar a otros mas necesitados. Bonito gesto!!!.

Hay quien asegura que si se presta mucha atención, podréis oír un murmullo que viene del mar, que dice: Ron, Ron otra botella de Ron.